29 agosto, 2019
Redactado por Sora

Duelo anticipado, ¿Realmente podemos sobrellevar mejor una pérdida si sabemos qué va a ocurrir?

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Enfrentarnos a una situación complicada como es la muerte de un ser querido siempre es un trago amargo para cualquiera. Incluso cuando esa muerte deviene de una enfermedad de larga duración y es el resultado evidente de la misma, algo que se esperaba, el duelo sigue siendo muy doloroso. Hay que saber adaptarse a ello y vivir con ese dolor, que poco a poco se irá mitigando, con el tiempo, con la propia vida. Sin embargo, el duelo anticipado, el que se produce cuando se acompaña a alguien que está a punto de morir, puede ser incluso más perjudicial.

Y es que una cosa es enfrentarse a algo que ya ha ocurrido y que no tiene solución, y otra muy distinta estar en primera línea mientras está sucediendo. Viendo, por ejemplo, cómo nuestro padre o nuestra madre se va a apagando poco a poco, sin que podamos hacer nada por evitarlo. La frustración, la incomprensión, se apoderan de nosotros y al final solo nos queda aguantar como podamos. En este artículo te vamos a dar muchas claves sobre cómo afrontar ese duelo anticipado, una situación que nadie quiere vivir, pero a la que seguramente tendremos que enfrentarnos alguna vez, tarde o temprano.

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Etapas del duelo anticipado

La forma en la que cada cual se enfrenta a este tipo de situaciones puede ser muy diferente dependiendo de cada persona, de sus circunstancias, de su cercanía con el enfermo o de su situación personal en ese momento. Los psicólogos, aun así, han entendido que siempre hay tres etapas bien diferenciadas en todo esto del duelo anticipado. La primera de ellas tiene que ver con el estado de shock cuando e recibe la noticia, muy parecida al estado en el que se queda el propio enfermo terminal. Ese shock será la respuesta habitual, de incomprensión o incluso de no querer creer en lo que está pasando.

La situación de shock dará lugar a la de rabia y frustración, que será la más complicada de todas y puede incluso durar hasta la propia muerte del ser querido. Durante ese periodo sufrimos de un mal genio incontrolado, por no ser capaces de hacer nada para evitar lo que está sucediendo. Todo ello, unido al dolor, nos hacen pasar unos momentos muy difíciles. Por último, en la etapa de organización logramos entender que la situación es irreversible y debemos aprovechar bien esos últimos días con el enfermo para hacerle sentir lo mejor posible y llevarnos un buen recuerdo, incluso en una situación tan inestable.

Acompañar al enfermo que sabes que va a morirse

Este tipo de situaciones nunca son fáciles, ni para el propio enfermo ni para los que están junto a él. De hecho, hay gente que incluso puede alejarse por completo de todo lo que significa esa enfermedad terminal, por miedo, por rabio, por frustración, y no pasar esos últimos momentos con la persona a la que quiere. Asumir ese duelo también significa acompañar hasta el final al enfermo, focalizándonos en el presente, en todo el tiempo que podamos disfrutar de él mientras todavía esté con nosotros.

Debemos tener especial tacto en estas situaciones, sobre todo a la hora de comunicar cosas importantes. El cariño debe ir siempre por delante, y ser también comprensivos si la respuesta del enfermo no es la que esperábamos, algo habitual en este tipo de situaciones. Aun sabiendo que las cosas no son como antes, trataremos de crear un ambiente lo más normal posible para que el enfermo al menos pueda vivir sus últimos días de una forma estable, y que esa presión que siente no llegue tan lejos.

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¿Se disminuye el dolor en el caso de los duelos anticipados?

Hay quien piensa que al saber que una muerte va a ocurrir en próximos días, el dolor que se siente cuando la persona fallece es algo menor. Tal vez precisamente porque ya se ha vivido una parte del duelo, antes de la muerte de esa persona. Tal vez, simplemente, porque sabemos lo que nos vamos a encontrar y tenemos más tiempo para asimilarlo que cuando la muerte llega de sopetón, en un accidente por ejemplo, y el estado de shock dura mucho más que en el duelo anticipado.

Esto puede ser así para muchas personas, pero para otras el saber que la muerte se acerca a un ser querido es siempre igual de aterrador que si ocurriese de un momento para otro. Cada cual se lo toma a su manera, según su forma de interiorizar este tipo de situaciones, y el dolor seguramente acabará siendo el mismo. De hecho, hay algunos que sufren tanto durante los últimos días de un enfermo terminal que casi preferían que todo hubiera pasado rápido, para no pasar por tanto dolor durante un tiempo más prolongado.

El componente traumático del duelo anticipado

La situación de duelo anticipado que hemos estado presentando en este artículo siempre gira en torno a una muerte que ya se conoce, por una enfermedad terminal, por ejemplo. Sin embargo, puede haber una situación mucho más dolorosa, la de una persona que desaparece y que al no ser encontrada durante un tiempo, sus familiares empiezan a pensar que está muerta, que ha fallecido casi con total seguridad. No tienen la confirmación, pero según pasan los días, la situación se vuelve mucho más complicada y dolorosa.

El dolor que provoca este tipo de situaciones es incluso más intenso que el de una enfermedad terminal, porque no sabemos realmente qué ocurrirá, y nos vemos en la tesitura de perder la esperanza o seguir creyendo que podemos encontrar a esa persona viva, aun siendo improbable. En esta situación no se llega a dar la tercera fase del duelo anticipado hasta que no se encuentra a la persona, viva o muerta. Además, puede provocar un auténtico trauma a los que han estado en vilo durante todo ese tiempo, sin saber cómo terminaría la situación.